El atractivo, la belleza y eficacia de la pintura y del paisaje.
Desnaturalizar, abstraer y esencializar.
Como un espejo sobre el que analizar y mimar la sutileza, la belleza, el color y el trazo encontramos en el discurso de Lorena Domingo un auténtico “vuelo silencioso” que despliega ante nosotros diferentes formas de abordar la historia, las marcas y señales latentes en la pintura, en la cerámica y en cada una de las obras de arte de esta exposición.
Así pues, el poético y descriptivo título “Las raíces del vuelo”, es el marco que nos sumerge en una cuidada mirada sobre el impacto de la hegemonía de la pintura con un claro compromiso y testimonio crítico, utilizando el arte como instrumento óptimo para representar conceptos como la otredad o lo poético. Conceptos ambos fundamentales en el trabajo de Lorena; la idea del otro presentada como una forma de continuidad, y la poesía como elemento canalizado a través del ritmo de sus trazos y el uso del color. Todo ello marca su pauta creativa como un privilegio sensitivo.
La lección en este caso es muy clara: estamos ante un conjunto de piezas que se convierten en un verdadero acto lírico, lleno de positividad, buscando destacar el acto creador sobre la propia creación.
La muestra cuenta con obras que sirven para ahondar en una pintura y una cerámica muy procesual, donde la fase reflexiva, teórica y meditativa, los análisis compositivos, hasta las propias herramientas de trabajo, se convierten en luz y guía de cualquier discurso y lo afianza y justifica de manera sólida. Domingo trabaja en la introducción de elementos que aportan nuevos hallazgos en la pureza del acto pictórico, del acto modelador, del acto aditivo y sumatorio de sus obras, y hace que convivan de este modo la intervención libre y caprichosa del azar con la intencionalidad y el deseo.
La pintura como la suma de la energía de sus partes
El arte de Lorena Domingo no tiene una historia precisa o fácilmente identificable. Se trata de un trabajo único, difícil de clasificar al poseer un discurso y un mensaje estético muy personal, vinculado a la memoria subjetiva, al juego de las identidades, la autobiografía, los impulsos poéticos, el color y la fuerza del gesto.
Sus cuadros no son simples, sino que están llenos de entrecruzamientos infinitos: La figuración y lo representacional, lo gestual y lo meditado, el ritmo, la armonía, la línea.
Aúna lo perceptivo y la investigación, incluso lo discursivo. Sus obras son fruto de su evolución y complejidad artística. Sus conocimientos, como creadora, son cada vez más amplios y profundos. Esto le permite no sólo subrayar su personalidad artística, sino alejarse de las visiones estandarizadas. Logra así una exposición propia, llena de símbolos y metáforas que la identifican como alguien capaz de motivar, impactar e ilusionar con el arte contemporáneo.
Esta muestra nos adentra en un espacio mágico y dialéctico, donde realmente suscita una relación íntima entre la artista y el espectador. Afortunadamente, la gente no se halla perdida sino encontrada, segura de captar y sentir la energía que irradia esa especial conexión que se insinúa en cada obra. Es la positividad que Lorena otorga a sus obras y que generan un campo magnético de ilusión y vitalidad. Las grandes protagonistas de esta muestra son, como no podía ser de otra forma, las mujeres y las naturalezas de las intensas líneas de color. Nos encontramos con obras emparejadas, dialogando con otras. También con obras de gran formato que se constituyen dentro de su marco, majestuosas y rotundas. En cualquier caso, cada una de sus pinturas son una experiencia completa, implicando a nuestra mente y a nuestras emociones y tensiones. Obras que se nutren de la recreación de la atmósfera del orden, del ritmo, del canon, de la delicadeza, de la fuerza, de la luz del rosa y del azul. Incluso del sueño y de la imaginación, para introducirnos de lleno en una nebulosa indefinida de belleza.
Lorena es una mujer lectora, observadora e investigadora. Aplicada en su trabajo, aplicada en sus sueños, ilustrada. Trabaja con disciplina, método, revisa. Su inteligencia se deja ver en sus juegos con el color, en los trazos y elementos que integran los rostros de sus mujeres. Sus mujeres, y ella, no parecen inventar ningún mundo, sino que dejan que sea la pintura, en su máxima esencia, quien sea el mundo que las nutre y las re-inventa una otra y vez.
Solas, reflexionando, escrutando el mundo. Mujeres monumentales; en su quietud, en su espera y en su nostalgia o intimidad, actitudes aparentemente pasivas, pero hay autonomía e incluso resistencia. Jóvenes sumidas en sus pensamientos, inaccesibles para nosotros. Quizás no sepamos nunca exactamente lo que nos quieren decir, lo que la pintora se propuso. Estas piezas, inequívocamente modernas, nos embriagan y afianzan.
Pero también encontramos algunos cuadros, o los singulares neones y metacrilatos, o las piezas cerámicas de grandes dimensiones, que marcan una evolución sostenida hacia la “expresión puramente abstracta”. Su perfeccionismo, su sutil dominio creativo de los colores, el uso del no- color del blanco y el negro, y la geometría hacen que estas obras transmitan un digno equilibrio dinámico.
Con Lorena la pintura es una excelente oportunidad con la que reinterpretar la naturaleza a través de la geometría, del orden y de la disposición de los elementos. En estos cuadros y trabajos se crean ámbitos de complicidad donde construir experiencias, reflexiones y sensaciones.
Me gustaría concluir señalando y destacando, no sólo las ricas y abundantes proposiciones, sino también la sensibilidad poética que a lo largo de un tiempo han anidado en el inconsciente de esta artista, y que nos dejan ver una obra que camina entre lo onírico y lo representacional, encontrando una interesante y preciosa posición ante el mundo creativo.
Su obra está vinculada a las poéticas del color pero se entremezclan con otras formulaciones estéticas. Me atrevería a decir que encontramos cierta fascinación por el trabajo desmitificador, con una ingeniosa simplicidad llena de color, y la pureza y la belleza de lo íntimo.
Ana Revilla
Comisaria y crítica de arte.